Piénsalo, ¿te sacrificas por amor?
A muchos nos han enseñado que el amor requiere sacrificio.
Que el amor consiste en complacer al otro.
Que el amor es dejar de ser uno mismo y empezar a ser como el otro espera que seamos.
Que lo que importa es hacer feliz a quien tienes al lado.
Se lo enseñaron a nuestras abuelas, ellas a nuestras madres, y nuestras madres a (algunas de) nosotras.
A muchos hombres les ha pasado igual…
Y al revés… Por eso mismo, por ese concepto del amor que nos han enseñado, cuando queremos a alguien nos empeñamos en cambiarle, para que sea como nosotros queremos que sea.
Muchas veces, para que nuestra pareja nos haga felices, le pedimos que deje de ser él mismo, o ella misma.
Que sea más tal, más cual o menos de lo otro.
Y no sólo con la pareja. También con los amigos, la familia y muchas de las personas que nos rodean.
Nos sacrificamos por el otro.
Y le pedimos al otro que se sacrifique por nosotros.
¿Será, entonces, que el amor es sacrificio?
Yo no lo creo así…
Creo que el verdadero amor es generosidad, alegría, aceptación, tristeza, compasión, deseo, disfrute… y muchas otras cosas.
Pero no es sacrificio.
Como dice este cuento…
UN RELATO SOBRE EL AMOR
Se trata de dos hermosos jóvenes que se pusieron de novios cuando ella tenía trece y él dieciocho. Vivían en un pueblito de leñadores situado al lado de una montaña. Él era alto, esbelto y musculoso, dado que había aprendido a ser leñador desde la infancia. Ella era rubia, de pelo muy largo, tanto que le llegaba hasta la cintura; tenía los ojos celestes, hermosos y maravillosos..
La historia cuenta que habían hecho novios con la complicidad de todo el pueblo. Hasta que un día, cuando ella tuvo dieciocho y él veintitrés, el pueblo entero se puso de acuerdo para ayudar a que ambos se casaran.
Les regalaron una cabaña, con una parcela de árboles para que él pudiera trabajar como leñador. Después de casarse se fueron a vivir allí para la alegría de todos, de ellos, de su familia y del pueblo, que tanto había ayudado en esa relación.
Y vivieron allí durante todos los días de un invierno, un verano, una primavera y un otoño, disfrutando mucho de estar juntos. Cuando el día del primer aniversario se acercaba, ella sintió que debía hacer algo para demostrarle a él su profundo amor. Pensó hacerle un regalo que significara esto… Un hacha nueva la relacionaría con el trabajo; un pulóver tejido tampoco la convencía, pues ya le había tejido pulóveres en otras oportunidades; una comida no era suficiente agasajo…
Decidió bajar al pueblo para ver qué podía encontrar allí y empezó a caminar por las calles. Sin embargo, por mucho que caminara no encontraba nada que fuera tan importante y que ella pudiera comprar con las monedas que, semanas antes, había ido guardando de los vueltos de las compras pensando que se acercaba la fecha del aniversario.
Al pasar por una joyería, la única del pueblo, vio una hermosa cadena de oro expuesta en la vidriera. Entonces recordó que había un solo objeto material que él adoraba verdaderamente, que él consideraba valioso. Se trataba de un reloj de oro que su abuelo le había regalado antes de morir.
Desde chico, él guardaba ese reloj en un estuche de gamuza, que dejaba siempre al lado de su cama. Todas las noches abría la mesita de luz, sacaba del sobre de gamuza aquel reloj, lo lustraba, le daba un poquito de cuerda, se quedaba escuchándolo hasta que la cuerda se terminaba, lo volvía a lustrar, lo acariciaba un rato y lo guardaba nuevamente en el estuche.
Ella pensó: “Que maravilloso regalo sería esta cadena de oro para aquel reloj.” Entró a preguntar cuánto valía y, ante la respuesta, una angustia la tomó por sorpresa. Era mucho más dinero del que ella había imaginado, mucho más de lo que ella había podido juntar. Hubiera tenido que esperar tres aniversarios más para poder comprárselo. Pero ella no podía esperar tanto.
Salió del pueblo un poco triste, pensando qué hacer para conseguir el dinero necesario para esto. Entonces pensó en trabajar, pero no sabía cómo; y pensó y pensó, hasta que, al pasar por la única peluquería del pueblo, se encontró con un cartel que decía: “Se compra pelo natural”. Y como ella tenía ese pelo rubio, que no se había cortado desde que tenía diez años, no tardó en entrar a preguntar.
El dinero que le ofrecían alcanzaba para comprar la cadena de oro y todavía sobraba para una caja donde guardar la cadena y el reloj. No dudó. Le dijo a la peluquera:
– Si dentro de tres días regreso para venderle mi pelo, ¿usted me lo compraría?
– Seguro – fue la respuesta.
– Entonces en tres días estaré aquí.Regresó a la joyería, dejó reservada la cadena y volvió a su casa. No dijo nada.
El día del aniversario, ellos dos se abrazaron un poquito más fuerte que de costumbre. Luego, él se fue a trabajar y ella bajó al pueblo.
Se hizo cortar el pelo bien corto y, luego de tomar el dinero, se dirigió a la joyería. Compró allí la cadena de oro y la caja de madera. Cuando llegó a su casa, cocinó y esperó que se hiciera la tarde, momento en que él solía regresar.
A diferencia de otras veces, que iluminaba la casa cuando él llegaba, esta vez ella bajó las luces, puso sólo dos velas y se colocó un pañuelo en la cabeza. Porque él también amaba su pelo y ella no quería que él se diera cuenta de que se lo había cortado. Ya habría tiempo después para explicárselo.
Él llegó. Se abrazaron muy fuerte y se dijeron lo mucho que se querían. Entonces, ella sacó de debajo de la mesa la caja de madera que contenía la cadena de oro para el reloj. Y él fue hasta el ropero y extrajo de allí una caja muy grande que le había traído mientras ella no estaba. La caja contenía dos enormes peinetones que él había comprado… vendiendo el reloj de oro del abuelo.
Si ustedes creen que el amor es sacrificio, por favor, no se olviden de esta historia. El amor no está en nosotros para sacrificarse por el otro, sino para disfrutar de su existencia.
Jorge Bucay
Dime, ¿qué piensas? ¿Crees que el amor implica sacrificio? ¿Esperas que las personas a las que quieres se sacrifiquen por ti? Me encantará que compartas tus reflexiones conmigo, en los comentarios aquí debajo.
Precioso cuento para reflexionar.
Muchas gracias Vanessa por compartirlo
Un abrazo
Me alegro de que te haya gustado. Gracias a ti también por comentarlo.
Un abrazo grande,
Vanessa
No he leído el post entero. Lo siento. Con calma lo leeré esta tarde. Pero de entrada diría que como bien dices al principio…”Creo que el verdadero amor es generosidad, alegría, aceptación, tristeza, compasión, deseo, disfrute… y muchas otras cosas”. Lo que ocurre, es que “el sacrificio” deja de serlo, y pasa a convertirse en Generosidad, cuando hay Amor. El Amor, no puede decirse que sea “un camino de rosas continuo”.
Prometo leerlo con calma.
Muchas gracias por leerme 😉
Muchas gracias, Jorge.
En mi opinión cuando la generosidad pasa a ser sacrificio ya no es un amor de Ser a Ser, sino de Ego a Ego. Si yo soy yo, y me quieres como soy, si tú eres tú, y te quiero como eres, entonces sí es generosidad :-).
Un fuerte abrazo y gracias a ti también por leerme.
Vanessa
La verdad que es una historia para reflexionar, teniendo yo misma esa idea de que el amor es sacrificio. Me deja pensando. Muy buen relato, ¡¡gracias por compartirlo!!
Muchas gracias, Paula. Me alegro de que te haya dejado pensando :-).
Un abrazo,
Vanessa
Es amor ceder una parte importante de uno mismo para que su amado sea feliz.
Hola Luna,
En mi opinión, amor no sería eso… En todo caso sería darse uno al otro para ser felices juntos.
Un abrazo,
Vanessa