Me encantan las historias de la calle. Esas cosas que te pasan en el día a día, así sin esperártelas, y que te dejan un cierto sabor de boca y pájaros en la cabeza para el resto de la jornada.
Me encantan porque aprendo muchísimo siempre que me pasa algo. Me encantan porque suelen ser ejemplo de cosas que nos pasan a casi todos. Y me encantan porque, además, siempre me inspiran algún post, algo que quiero compartir.
El otro día caminando por mi barrio una mujer se paró a preguntarme si mi perra estaba bien, porque parecía que no quería andar. Le expliqué que está mayorcita, la artrosis y bla bla bla. Total que empezó a contarme que le encantaban los perros aunque nunca había tenido ninguno. Que vivía sola y que no quería esa responsabilidad. Pero que le gustaban mucho desde que se encariñó con el que tenía un vecino suyo. Que aquel perro era muy cariñoso con ella y a ella eso también le había despertado el ser cariñosa con él.
-“Ya ves, con mi hermana nunca he sido cariñosa y no me sale, aunque lo he pensado muchas veces. Pero con un perro me sale fácil”, me decía.
-“Tal vez sea porque no está usted pensando en lo que va a pensar el perro. Y con su hermana sí”, dije yo.
La mujer se quedó pensativa y me dijo:
-“Eso es, estoy completamente de acuerdo”.
Como esta mujer, que no se atrevía a expresar sus sentimientos por miedo a lo que el otro pudiera pensar, hay muchísimas personas. De hecho creo que todo aquel que tiene alguna dificultad para decirle al otro que le quiere, para darle un abrazo y para mostrarle su cariño de alguna manera, no es porque no quiera. Que en el fondo desearía ser capaz de hacerlo, pero no sabe cómo. Tal vez porque no le enseñaron a mostrar cariño cuando era pequeño. Tal vez porque cuando lo hizo no recibió la respuesta que esperaba. O tal vez porque tiene miedo a lo que el otro pueda pensar de él.
Pero no pasa nada, porque, si quieres, siempre puedes aprender a mostrar cariño. No importa la edad que tengas. Mi madre, con casi ochenta años, está aprendiendo a decirme (y a decirse) cosas bonitas ahora. Cosas que no había dicho nunca. Cosas que sólo podrá decir en esta vida.
Y yo le estoy enseñando, a la vez que aprendo yo también a pedirlas cuando las necesito y a decírselas a alguien aunque esa persona no me las diga a mí. Que muchas veces la mejor manera de ayudar a otro a que sea cariñoso es serlo tú con él.
Porque no tenemos otra vida para dar el cariño que no hemos dado en ésta y porque esta es una de las cosas de las que más se arrepienten las personas mayores cuando se acerca el final de sus días, de no haber expresado más sus sentimientos y de no haber dicho más veces “te quiero”, “me importas” o “me apetece darte un abrazo”.
¿Y si fuéramos como queremos ser con cada persona?
¿Y si dijéramos lo que sentimos y lo que nos sale en cada momento?
¿Y si no dejáramos para mañana lo que podemos decir hoy? Incluso podemos repetirlo mañana. Que el amor y el afecto cuando salen del corazón no empalagan. Y desde luego, si nunca has sido cariñoso, es muy difícil que llegues a ser empalagoso, así que no te preocupes.
Y, ¿quieres saber por qué merece la pena ser más cariñoso con las personas que te importan?
Porque no tienes nada que perder, y sí mucho que ganar.
Porque el que muestra su amor hacia los demás también lo muestra hacia sí mismo. Y el que lo racanea, lo racanea con los demás tanto como consigo mismo.
Porque las personas cariñosas y capaces de mostrar afecto gustan más a los demás.
Porque te nutre por dentro, te hace sentir bien y te acerca a las personas a las que quieres.
Porque se contagia y, cada vez que tú le dices a alguien que le quieres, ayudas a que esa persona también se abra para decírselo a otro.
Y, sobre todo, porque expresar afecto nos hace felices a todos, a los que lo damos y a los que lo recibimos.
Que al final andamos todos con los mismos miedos y las mismas necesidades de amor, cariño y reconocimiento, pero los escondemos pensando que es sólo cosa nuestra.
Entonces, ¿qué sentido tiene dejar tanto amor por dar y por mostrar?
Seamos más naturales.
Digamos las cosas como nos salgan.
Expresemos el amor que sentimos por los demás.
Pidamos perdón y demos las gracias las veces que haga falta.
No hay otra vida, al menos que sepamos.
Por eso, lo que quieras decir, es mejor que lo digas en ésta.
¿Qué es eso que no te atreves a decir? ¿Cuál es ese “te quiero” que siempre te guardas? ¿A quién se lo debes más que a nadie?
En mi opinión, aprender a dar amor es uno de los mejores aprendizajes que podemos llevarnos de esta vida.
Porque el amor disuelve el dolor y calma tempestades.
Mira este vídeo si no me crees.
Oye, ¿y si pruebas a dejar ese “te quiero” en los comentarios aquí debajo? ¿A quien quieres dedicárselo? :-).
El mío es para Pedro, para Muy y para mi madre.
Te quiero papa, te quiero mama
Muchas gracias por compartirlo, Lucrecia.
Un abrazo
Que bellas palabras Lucrecia!! 🙂
Cierto. Las palabras que nacen desde el corazón y se sostienen en el amor siempre son bellas :-).
Muchas gracias Lizbett.
que preciosidad de post!
yo soy afortunada de expresar lo q me pasa…de seguir sorprendiéndome y emocionandome y de decir te quiero hasta la saciedad. ..y espero poder dejarle a mis niños este tesoro…de ser capaz de escuchar sus emociones y transmitirlas.
un beso
Felicidades Beatriz. Tal vez seas afortunada, pero también muy valiente y consciente al permitirte expresarte, sorprenderte, emocionarte y decir te quiero a los que te importan. Los afortunados son tus niños por tenerte de maestra :-). Es muy importante que aprendamos a escuchar y a expresar nuestras emociones desde pequeños para que de mayores no se nos enquisten.
Un beso
Tan maravilloso es querer y tan sano expresarlo! Ademas es contagioso! : )
Todo es empezar.
En mi caso has sido amigos los me lo han ido contagiando poco a poco y me han enseñado lo maravilloso que es expresarse como uno lo siente y soltar un te quiero, sin razón aparente, ni vergüenza!
Gracias por el post Vanessa.
Mando un gran TE QUIERO a todo el que me rodea!
Muchas gracias, Laura. En mi caso también fueron mis amigos, los de la universidad en Salamanca, quienes me enseñaron a expresarme y decir te quiero sin vergüenza y sin un motivo especial. A ellos también les doy las gracias desde aquí ;-).
Me ha gustado ese detalle, “sin razón aparente”. Olvidé comentarlo en el post, que muchas veces esperamos cumpleaños, despedidas o momentos tristes para decir un te quiero. Y lo más bonito es decirlo en cualquier momento, así porque sí. Lo mismo que digo gracias porque me da la gana, pues te quiero porque me da la gana :-).
Un beso
Te quiero Marcos, te quiero María. Dos personas a las que tuve castigadas sin amor durante muchos años; al alma y al corazón, los míos. Deje de darme AMOR, hasta que lo descubrí, y aprendí de nuevo a AMARME.
TE QUIERO MONTSERRAT.
Muchas gracias, Montserrat. Precioso mensaje…
Un abrazo grande,
Vanessa
Yo quisiera decirselo al chico del que me enamoré, pero no me corresponde y creo que no tiene sentido hacerlo. Aunque, créeme, que siento atorado el “te quiero” en la garganta y siento que me ahoga no decirlo, pero ¿para qué? Antes se lo dije un par de veces y seguro no le importa, aunque me ahogue prefiero quedarme callada.
Isabel, seguro que hay muchas personas en tu entorno a las que se lo puedes decir y que estarán encantadas de oirlo porque también te quieren mucho… Disfruta de decírselo mientras llega otro chico que sí te corresponda :-).
Un abrazo grande,
Vanessa
Gracias por tu consejo. No entiendo como una va y se enamora del equivocado, pero ni modo. Tus palabras me ayudan mucho. Gracias.
Nadie es la persona equivocada… De cada persona aprendemos algo, cada persona nos aporta algo, nunca hay errores… Todo está bien como es ;-).