¿Cuántas veces has dejado que alguien te cambiara?
¿Cuántas veces, como consecuencia del comportamiento de otra persona, has dejado de ser como quieres ser?
¿Cuántas veces has permitido que alguien apagara una cualidad que te encanta de ti?
Tal vez no te habías parado a pensarlo, pero te aseguro que es algo muuuy frecuente.
Por ejemplo…
Permitir que alguien anule tu alegría con su amargura.
Desconectarte de tu generosidad porque te empapas del egoísmo de otra persona.
Hacer las cosas a medias, y no con la calidad que a ti te gusta hacerlas, porque hay alguien que no valora tu trabajo.
Perder tu ilusión y tu motivación porque hay alguien que las sepulta.
Renunciar a tu opinión porque alguien no está de acuerdo con ella.
Abandonar un sueño porque otra persona te dice que es imposible o una tontería.
Dejar de ser cariñosa porque los demás no lo son.
Perder tu espontaneidad porque alguien te “castiga” cuando eres así.
Ejemplos a puñados, y todos vienen a parar a lo mismo: a momentos en los que dejas de ser tú, como eres y como te gusta ser, y permites que otro te cambie (con intención o sin ella).
Como narra este cuento…
GRITAR PARA QUEDAR A SALVO… E INCÓLUME
Una vez llegó un profeta a una ciudad con el fin de convertir a sus habitantes. Al principio la gente le escuchaba cuando hablaba, pero poco a poco se fueron apartando, hasta que no hubo nadie que escucharas las palabras del profeta.
Cierto día, un viajante le dijo al profeta: “¿Por qué sigues predicando? ¿No ves que tu misión es imposible?”.
Y el profeta le respondió: “Al principio tenía la esperanza de poder cambiarlos. Pero si ahora sigo gritando es únicamente para que no me cambien ellos a mí”.
Anthony de Mello
Sí, cada vez estoy más convencida de que una de las principales fuentes de malestar tiene que ver con desconectarnos de nosotras mismas, de quien de verdad somos, de nuestra esencia, y adaptarnos a los demás.
A la rabia, la culpa o la frustración que nos generan algunas situaciones a las que no sabemos poner un límite.
Y a lo que se supone que tenemos que ser para que nos quieran, a lo que esperan de nosotras, o a lo que nosotras nos imaginamos que los demás esperan…
Adaptarte, y dejar de ser tú.
Pero, ojo, porque los demás pueden parecer la causa de que tú cambies, pero no lo son, porque la última palabra la tienes tú.
Bien sabes, bien sé yo también, que nadie puede hacer que dejes de ser tú misma, que eso solo puedes decidirlo tú.
Así que, dime, ¿qué cualidad de ti has perdido en el camino? ¿Qué has dejado de ser por adaptarte en exceso a tu entorno? ¿En qué has permitido que otros te cambiaran?
Hoy, ayer, o hace tiempo…
Si te apetece puedes contármelo en los comentarios aquí debajo, me encantará saber de ti :-).
Muy sabias y ciertas tus palabras Vanessa.
Ahora que lo analizo me doy cuenta de cuántas veces dejé de ser yo. Callé, perdí mi espontaneidad y mi alegría, me abandoné, todo para ser aceptada. Y lo peor, nadie me lo pidió, nadie me obligó, lo hice yo solita. Pero me perdono porque no era consciente de ello, no sabía.
Qué bueno que ya me estoy dando cuenta.
Gracias Vanessa!
Hola Sonja,
Qué bueno, sí. Porque creo que a todos nos pasa, que nadie se libra. Que es como que nos vamos poniendo capas de lo que no somos, hasta que, algunos, nos vamos dando cuenta de ello y empezamos a quitar esas capas. Felicidades por estar en ese camino hacia ti misma.
Un abrazo,
Vanessa