Nadie habla de esto, pero a las personas que tienen herida de rechazo les pasa.
¿El qué? Resulta que les cuesta que alguien les caiga mal, sobre todo cuando es alguien que cae bien a los demás (ahora te hablaré de una mujer a la que no le caía bien su hermana, para que lo entiendas).
En realidad, es como que las personas con mucho miedo al rechazo no son capaces de escuchar dentro de sí mismas que alguien les cae mal (o solo en casos extremos).
¿Por qué? Pues porque cuando tienes un trauma de rechazo (y no me refiero a un graaan trauma, tan solo a haberte sentido rechazada de alguna forma cuando eras niña o adolescente), estas tan preocupada por gustarle a todo el mundo que eres incapaz de valorar si los demás te gustan a ti.
Tú solo quieres que te elijan. Que no te rechacen y que no te dejen de lado.
Y, desde ahí, no llegas a escuchar que a ti alguien te cae mal.
Por ejemplo, recuerdo a una coachee que en su grupo de whatsapp con los amigos a veces se sentía mal por los comentarios que le hacía uno de ellos (uno con rol de líder). Era como que siempre le sacara la puntillita a lo que ella decía o como si le quisiera llevar la contraria. Y ella no entendía porque ese “amigo” hacía eso, así que todo el rato se esforzaba por caerle bien.
Claro, su necesidad de gustar y su dificultad para sostener que alguien de su grupo la rechazara, le impedían escuchar lo que ella sentía hacia la otra persona.
¿De qué se dio cuenta cuando fuimos trabajando su herida de rechazo? De que a ella no le caía bien él. De que no le gustaba cómo era, ni cómo la trataba, ni como la hacía sentir.
(Si esto te suena y quieres dejar de sufrir cuando te sientes rechazada por alguien, cuéntamelo AQUÍ).
Otro ejemplo de otra coachee. En este caso, quien no le caía bien era su hermana (sí, en ningún sitio está escrito que tus hermanos tengan que caerte siempre bien).
Bueno, pues esta coachee al principio me decía: “no sé por qué mi hermana es así conmigo, no es tan desagradable con nadie más. Y mira que yo siempre he intentado llevarme bien con ella”.
Hasta que, con el proceso que hicimos para sanar sus heridas y aprender a validarse y a quererse, entendió que, si nunca tenía ganas de ver a su hermana, era porque no se sentía bien tratada por ella. Y que, debajo de todo ese dolor, en realidad su hermana no le caía bien.
(Esto es de cajón: para que alguien te caiga bien, un amigo, un conocido, alguien de tu familia o quien sea, tienes que sentirte bien tratada y respetada por esa persona).
Jefas, envidias y altares
Pues eso, que este post es para que puedas identificar alguna persona de tu entorno a la que le intentas bailar el agua para gustarle, sin ni siquiera haberte preguntado si a ti esa persona te gusta.
Porque, cuando tu miedo a que alguien te rechace es tan grande que no te deja reconocer lo que tú sientes hacia los demás, lo que harás si alguien no te demuestra su afecto será intentar que esa persona te apruebe / te elija / le gustes / te reconozca.
Y le irás detrás, en plan preguntándole qué tal está o interesándote por algo suyo, como buscando que te vea y que te de señales de que le caes bien.
Y puede ser que pienses que, si sigue sin darte esas señales, la culpa es tuya y que tú estás haciendo algo mal.
O que igual es que en el fondo le tienes envidia porque tiene algo que tú no tienes.
O que eres muy susceptible y no sabes aguantar una broma.
O que despierta algo de tu sombra de lo que no te estás dando cuenta.
O cualquier chorrada, que lo único que hace es seguir alejándote de escuchar que a ti esa persona no te gusta.
Por ejemplo, recuerdo a una coachee que en su trabajo tenía a su cargo a una mujer un poco manipuladora y competitiva desde el “mira qué bien hago esto, sé más que tú que eres mi jefa, y no voy a permitirte que me des órdenes”.
¿Cómo actuaba mi coachee con ella al principio? Pues lo que te digo, yéndole detrás, intentando caerle bien, ser simpática, ser amable, no tener problemas con ella… Y todo eso porque mi coachee tenía pánico al conflicto y mucho miedo al rechazo.
¿Qué pasó después? Pues que por fin pudo darse cuenta de que se estaba dejando manipular a causa de sus propios miedos. De que, independientemente de lo que pensara su empleada de ella, a ella no le gustaba su empleada. Y de que la jefa era ella. Y, por fin, empezó a comportarse como una jefa.
De hecho, cuando sanas una herida de rechazo, el despertar que vives puede ser tan brutal que, de pronto, caes en que alguien a quien habías idealizado y a quien creías admirar, en el fondo te cae mal.
Por ejemplo, a una coachee, pongamos que de nombre Virginia, le pasó con una mamá del cole de sus hijos de la que al comienzo de nuestro proceso me contaba esto: “me encanta la seguridad que tiene, lo elegante que va siempre, que parece que le da tiempo a todo, que nunca se despeina y que todo lo hace bien. Y yo siempre a carreras y hecha un trapo…”.
Pues sí, Virginia había puesto en un altar a esa mamá y, sin darse cuenta, buscaba su atención y su reconocimiento, como si el hecho de que una mujer “tan perfecta” la tuviera en cuenta le diera más valor a ella.
Y, a veces, cuando esa mamá le hacía algún feo o la excluía en una conversación, Virginia se sentía mal y se preguntaba si es que tenía envidia de esa mamá por tener toda la seguridad que a ella le faltaba.
¿El final del cuento? Pues que no era que le tuviera envidia. Simplemente le caía mal y no compartía para nada sus valores ni su forma de tratar a la gente, pero, antes de que trabajáramos juntas, con esa herida de rechazo tan en carne viva, era incapaz de escuchar eso.
¿Lo vas pillando?
Ojo, que esto no siempre es fácil de ver sin ayuda. Que tal vez ahora mismo aún no te des cuenta. Y que hace falta sanar esa herida de rechazo para que, en el fondo de ti, puedas escuchar que una persona no te gusta o no te hace sentir bien (para sanar esas heridas conmigo, rellena esto).
Así que estate atenta y, cuando algo con alguien te deje removida y empieces a pensar que tal vez no le caes bien a esa persona, pregúntate si a ti esa persona te cae bien.
Mira, un último ejemplo que me contaba ayer mismo una coachee: hace seis días le había mandado un mensaje a una conocida pidiéndole ayuda en algo importante (un tema médico). Y la otra todavía no le había contestado.
Y, ¿sabes lo que me dijo en la sesión mi coachee? Esto: “Antes habría empezado a darle vueltas a por qué no me contesta, más siendo un tema tan importante, y me habría sentido fatal. Ahora lo que he pensado es que es una idiota y que ya lo resolveré de otra forma”.
Y olé. Porque, ahora sí, supo escuchar que esa conocida no le gusta.
Un gustazo impresionante
Pues eso, que cuando sanas tu herida de rechazo y dejas de estar pendiente de lo que los demás piensan de ti, de pronto te das cuenta de que algunas personas que antes te robaban un montón de energía, ya no lo hacen.
Y te da un gustazo impresionante poder decir “joder, ¡si es que a mí esta persona no me gusta!”.
(Ojo, en realidad antes tampoco te gustaba, pero no te dabas cuenta porque todo tu foco estaba en gustarle a ella).
Y que es una maravilla cuando por fin puedes escuchar quién te cae bien y quién no y, en consecuencia, empiezas a elegir a quién quieres tener cerca y a quién no.
Así que piensa en las personas de tu entorno y dime, ¿quién no estas sabiendo escuchar que te cae mal o que no te gusta? Seguro que hay alguien, aunque tardes en caer…
Me lo puedes contar en los comentarios aquí debajo, me encantará leerte :-).
Muy curioso y esclarecedor con lo que me ha pasado con algunas personas de mi entorno en el pasado, actualmente los mando a donde picó el pollo, aunque me faltaba esa parte de “me caes mal y punto”. Gracias.
Gracias Mariluz, me alegro mucho de que te haya aclarado.
Un abrazo,
Vanessa
Pues en cuanto he leído este post me he sentido identificada pero no he sabido manejar ese problema. Antes me daba rabia cuando yo era maja con alguien y me daba la sensación de que caía mal o si me hacían sentir mal. Pues yo me quedaba dándole vueltas. Ahora ya cuando veo cosas en otra persona que no me gustan, aunque anteriormente me cayese bien, directamente empiezo a pasar de esa persona, sin molestarme en nada porque ya ese tipo de persona no me interesa en mi vida. Así que voy seleccionando.
Yo conozco a una persona que es un buen contacto profesional para mí, y me quedé alucinando porque como no le pasé unos materiales se enfadó conmigo, e incluso me invitó en un evento a ir con él al local de fiesta y todo. Estoy hablando de alguien importante, no de alguien que me lo parezca. Esta persona no tendría por qué tenerme en cuenta para nada.
Quisiera pensar que no le caigo mal sino que simplemente se siente inseguro, la verdad. A mí a veces la gente que me ha ignorado cuando he intentado hacerme su amiga me ha caído mal por ignorarme, pero entiendo que cada cual puede elegir sus amistades, claro, y me alejo yo también al ser rechazada.
Hola Elena,
No entiendo del todo bien lo que te pasó con esa persona, pero sí, a veces cuando nos sentimos rechazados por alguien puede ser que esa persona nos caiga mal. Y en una parte puede que sea así, pero también suele haber dolor debajo de ese enfado. Como que “me siento dolida porque me has rechazado y entonces yo te rechazo a ti”, y así desde el enfado me desconecto un poco del dolor que me has causado.
Un abrazo,
Vanessa
Hola Elena,
Entiendo lo que dices. Cuando tenemos una herida de rechazo pensamos que el comportamiento del otro tiene que ver con nosotros, como si hubiera algo malo en nuestro ser que hiciera que el otro nos rechazara. Por eso es tan importante sanar esa herida y poder reconocer lo del otro como algo suyo, sin tomarlo personal.
Un abrazo,
Vanessa
Que increíble post, de verdad que me identifiqué desde el inicio. Siempre he considerado que como mujeres debemos brindarnos mucho amor y empatía, sin embargo, he encontrado en mi camino varias “amigas” que me manipulaban, me hacían sentir fea con sus comentarios de “no te queda bien ese color”, “no te ves bien sin el rimel” y demás, hasta que leyendo recuerdo que no me respetaban ni me hacían sentir bien, pero por mi herida de rechazo me cuestionaba si algo malo pasaba en mí o quería agradarles y que me vieran linda e importante como las veía yo.
Ahora ellas no forman parte de mi vida, las recuerdo con cariño, pero ya comprendí que no me caen bien y que no son personas para tener en nuestras vidas. Gracias Vane!
Eso es, Camila. Solo cuando yo aprendo a valorarme y a quererme como soy, sin depender de la mirada del otro para sentirme suficiente o importante, es cuando de verdad puedo legitimar mis derechos, entender lo que ocurre en mis relaciones sin tomarlo personal y elegir con quién quiero estar y con quién no.
Un abrazo y gracias por compartir,
Vanessa
Yo lo que me he encontrado es gente que se ha empezado a reír despectiva y malignamente de mí en grupo porque no hacía lo que ELLOS querían, que era hacerles caso. ¿¿Pero quién se creen que son para exigirme nada?? Se van a tener que buscar un libro de chistes, porque voy a seguir pasando de ellos excepto para apartarme de su paso. O igual les digo la frase de Mafalda “pensaba que había huelga de idiotas, pero parece que salieron a trabajar”, y a ver cómo se ríen entonces.
Muchas gracias, Lidia. Sí, cuanto más en paz y reconciliadas estemos con nosotras mismas y con cómo somos, más fácilmente soltaremos el menosprecio y las faltas de respeto de otras personas.
Un abrazo,
Vanessa