En mi vida (casi) siempre he sido la defensora de los ausentes.
Es decir, si alguien hablaba mal de otra persona que no estaba presente, yo tenía la tendencia a hacer de abogada del ausente y buscar razonamientos lógicos de por qué podía haberse comportado así.
O, por lo menos, intentaba que esa persona se diera cuenta de que no tenía sentido juzgar a alguien sin estar totalmente seguro de que eso fuera cierto, y menos cuando esa persona no estaba delante.
¿Por qué lo hacía, y lo sigo haciendo?
Por un lado está la creencia profunda de que la esencia de las personas es la bondad y el amor… Otra cosa es que lo que después nos va pasando -nuestras experiencias, nuestra educación y nuestras creencias- nos pueda cambiar y transformar, y que no siempre sea para mejor…
Y, por el otro, está el rechazo a la crítica porque sí. Me he sentido tan criticada tantas veces –en el colegio cuando era pequeña, o de mayor por querer ser de una forma y que en mi entorno eso no fuera bien aceptado– que uno de mis propósitos de vida es que cada uno tenga derecho a ser como quiera ser (sin hacer daño a otros, eso por supuesto).
Porque, de hecho, todos tenemos ese derecho. Otra cosa es que todos hagamos uso de él…
Además que creo que hablamos demasiado desde lo que suponemos y pocas veces nos preguntamos si eso que vamos a decir es cierto con toda seguridad.
Por eso me sale del alma defender por igual a alguien a quien conozco que a alguien a quien no he visto en mi vida.
Por ejemplo, hace poco unos amigos hablaban de una directora y actriz de cine comentando que era tonta por esto y por aquello que alguien más les había contado. Mi impulso, como es habitual, fue decir algo como “bueno, como no la conocemos mejor esperamos a tener la oportunidad de hablar con ella y decidir por nuestro propio criterio”.
¿Cómo podemos juzgar a alguien con quien no hemos hablado jamás? De hecho, ni siquiera deberíamos juzgar a alguien con quien hablamos…
Creo que andamos sobrados de comentarios “sin mala intención”, juicios “sin fundamento” y críticas “a la ligera”, que lo único que consiguen es cargarnos de negatividad y de agresividad hacia los demás y hacia nosotros mismos.
Y, sobre todo, que nos hacen creer que la esencia del ser humano está muy lejos de la bondad y el amor.
Hay quien me dice que soy demasiado benevolente. Y no lo niego. De hecho, estoy bastante orgullosa de ello.
Sí, estoy convencida de que es mucho más sano asegurarte, siempre que sea posible, de las intenciones y los motivos que otra persona ha tenido para hacer algo.
A mí, al menos, me sienta mucho mejor que hablar por hablar :-).
¿Y cómo se hace eso? ¿Cómo saber entonces cuándo hacer un comentario o decir algo de alguien?
Pues, además de que esté basado en tu experiencia y en lo que sabes, no en lo que te han dicho o en lo que supones, creo que la clave es seguir la regla de los tres filtros.
¿No la conoces? Pues viene de Sócrates, pero en realidad es muy actual. Y estoy segura de que va a hacer que te lo pienses antes de hacer una crítica… Te cuento de qué va:
El triple filtro
En la antigua Grecia, Sócrates fue famoso por su sabiduría y por el gran respeto que profesaba a todos.
Un día un conocido se encontró con el gran filósofo y le dijo:
-¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?
-Espera un minuto -replicó Sócrates-. Antes de decirme nada quisiera que pasaras un pequeño examen. Yo lo llamo el examen del triple filtro.
-¿Triple filtro?
-Correcto -continuó Sócrates-. Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir, es por eso que lo llamo el examen del triple filtro. El primer filtro es la verdad ¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?
-No -dijo el hombre-, realmente solo escuché sobre eso y…
-Está bien -dijo Sócrates-. Entonces realmente no sabes si es cierto o no. El segundo filtro es el filtro de la bondad ¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?
-No, por el contrario…
-Entonces, deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto –preguntó Sócrates.
-Sí, así es.
-El tercer filtro es el de la utilidad ¿Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo?
-No, la verdad es que no.
-Bien -concluyó Sócrates-, si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno, e incluso no es útil ¿para qué querría saberlo?
Creo que Sócrates estaba muy acertado con este triple filtro.
Y que a todos nos sentaría fenomenal aplicarlo más…
Si no sabemos si algo es cierto, si no es bueno y tampoco sirve para nada, ¿para qué decirlo?
¿Qué me dices? ¿Qué sería diferente si aplicaras la regla del triple filtro antes de decir algo de alguien? ;-). Puedes compartir tu opinión conmigo en los comentarios aquí debajo.
Hola Vanesa! Gracias por tus clases. Me ayudan mucho en el dia a dia.
Un placer, Mari Carmen. Me alegro mucho de que te ayuden. Gracias a ti también por seguirme.
Un abrazo grande,
Vanessa
Hola, los filtros también nos sirven al momento de escuchar. Me gustó mucho, hoy cuando alguien me venga a contar idioteces sobre alguien le diré lo mismo que Sócrates a esa persona. La verdad me gusta escuchar a los demás pero siempre me molestó no poder pedirles que paren de hablar cuando lo que dicen es algo que destruye la imagen de otros.
Totalmente de acuerdo, Karen. Escuchar es uno de los mejores regalos que podemos hacerle a alguien, pero también tenemos derecho a elegir lo que no queremos escuchar.
Un abrazo,
Vanessa
Me gustó mucho el relato, está muy claro el mensaje, pero sobre todo que nos compartes una herramienta efectiva para elegir si queremos escuchar.
Sócrates siempre tan acertado!
Gracias Vanessa.
Saludos!!
Gracias, Adriana. Exacto, podemos elegir muchas cosas, incluso lo que escuchamos :-).
Besos y sonrisas,
Vanessa
Muuuuchas gracias por tus consejos. Muy interesante lo de los
tres filtros………es verdad??es bueno?? Me servira para algo??
A ponerlo en practica¡¡¡
Muchas gracias por tu entusiasmo, María. ¡Ahora a disfrutarlo! :-).
Un abrazo grande,
Vanessa
Hola! Vanesa, gracias por el post, me que de sorprendida?,siempre que me hablan mal de alguien y que conozco sobre esa persona, como que cambia algo como que pierde crédito para mi, ahora me doy cuenta del gran error que he cometido en escuchar y hablar mal de las personas aún sin conocerlas, es momento de cambiar así que manos a la obra, hasta pronto que este bien ?
Muchas gracias, Mary. Muy buena tu reflexión.
Espero que tú también estés bien.
Un abrazo grande,
Vanessa
Un post genial, como siempre 🙂
Aplicaré esos tres filtros en mi vida. Muchas gracias por ayudarnos día a día.
Un saludo,
Muchísimas gracias, Eva :-).
Besos y sonrisas,
Vanessa
Gracias. Vanessa
Gracias a ti también, Carmen.
Un abrazo,
Vanessa
Me ha hecho reflexionar y sobre todo empezar a hacerlas conmigo misma. Muchas veces soy como el que comenta a Sócrates. Muy buena reflexión para conocerme mejor, gracias.
Muchas gracias, Manoli. Me alegro mucho de que esta reflexión te haya servido para conocerte mejor.
Te envió un abrazo grande,
Vanessa
Hola Vanessa, muy buen artículo. Leyéndolo me surgió una duda… ¿Y si el comentario que te van a decir pasa un filtro? Es decir, si no estamos seguros que es cierto, no es algo bueno, pero sí puede ser algo útil para uno, ¿valdría la pena escucharlo? Creo que podría decirse que por lo menos un comentario debería cumplir 2 filtros para merecer ser escuchado, ¿que opinas?
Buena reflexión. Supongo que va para gustos. Habrá quien crea que si no se sabe que sea cierto y tampoco es bueno, ¿para qué saberlo aunque sea útil? Y quien piense que con dos filtros es suficiente… Sobre todo se trata de reflexionar sobre todas esas cosas de los demás que a veces comentamos aunque no sean buenas, ni útiles ni sepamos si son ciertas. Muchas gracias por compartir :-).
Un abrazo,
Vanessa
Filtrar lo que se va a decir, ¿qué significa ?
Hola Lorena,
Pasar lo que vas a decir por un filtro se refiere a reflexionar y hacerte preguntas sobre ello antes de decirlo.
Un abrazo,
Vanessa