Creo que todos, alguna vez, hemos pensado que nos gustaría cambiar algo, pero que eso que queríamos cambiar estaba más allá de nuestro alcance. Por ejemplo, el hambre en el mundo, las guerras o la soledad en la que viven algunas personas. ¿Lo recuerdas? ¿Recuerdas una de esas veces en las que dijiste cosas como “¿Y que puedo hacer yo? Yo no puedo hacer nada”, “¡como si estuviera en mis manos!” o “¡si de mi dependiera!”? A mi, sobre todo, me pasaba cuando veía que se estaban riendo de alguien o que le estaban haciendo vacío a una persona… Y pensaba que me gustaría poder hacer algo, pero ¿para qué? ¿Qué iba a conseguir yo sola? Yo no puedo cambiar el mundo. Lo mismo que tú no puedes cambiar el mundo.
¿Pues sabes lo que te digo? Que sí, que podemos. Que puedes cambiar el mundo, ¡porque puedes cambiar tu mundo! Ahí es donde puedes marcar la diferencia. La diferencia no está en lo que hacen los demás, la diferencia está en ti. En lo que tú hagas, en lo que tú digas, en lo que decidas…
- Si le das de comer a alguien que tiene hambre, su (el) mundo ya es un poco diferente gracias a ti.
- Si, aunque sea una hora a la semana, le haces compañía a una persona que está sola, su (el) mundo ya es un poco diferente gracias a ti.
- Si te plantas y apoyas a esa persona con la que otros se están metiendo, su (el) mundo ya es un poco diferente gracias a ti.
Por favor, no mires a otro lado porque el mundo también depende de ti. De ti, de mi y de cada persona y cada granito de arena. El mundo lo creamos cada uno de nosotros y cada uno de nosotros tiene el poder de cambiarlo. ¿Te das cuenta? ¡Tu poder es inmenso!
Pero para eso tienes que empezar por ti mismo y tu pequeño mundo. ¿O acaso esperas que el mundo cambie cuando muchas personas se pongan de acuerdo? Eso pasa pocas veces y, aún así, casi siempre son personas que ya habían empezado ellas solas a cambiar su pequeño mundo.
¿Cómo hacerlo? Eso lo decides tú. Yo te puedo contar algunas cosas que yo hago: estar atenta a lo que sucede a mi alrededor, hacerle sentir bien a alguien, interesarme, demostrarle que creo en él, ayudar a aquellos por los que siento que puedo hacer algo, aunque solo sea regalarles una sonrisa sincera o un gracias de corazón… En definitiva, hacer un poco más bonito y agradable mi pequeño mundo, el de mi entorno, el de las personas que me rodean y el de aquellas con las que me cruzo. De hecho, mi trabajo es precisamente ese, ayudar a las personas a ser más felices, así que no puedo sentirme más afortunada.
¿Te imaginas que un día tu vecino también lo hiciera? Y el vecino de tu vecino, y el otro, y el de más allá… ¿Se notaría? Claro que sí. Porque los que estén a su arededor lo notarían.
Pues el comienzo de esa cadena no está fuera de ti, está en ti.
No esperes a que sea otro el que empiece. Se tú quién anime al resto. Hoy, aquí, ahora.
¿Qué se te ocurre? ¿Por dónde podrías empezar? Si quieres, puedes contármelo en los comentarios.
Me despido con un precioso cuento sobre esas personas que marcan la diferencia.
LAS ESTRELLAS DE MAR
Había una vez un escritor que vivía en una tranquila playa, cerca de una colonia de pescadores. Todas las mañanas iba a caminar por la orilla del mar para inspirarse y las tardes las pasaba en su casa escribiendo.
Cierto día, mientras caminaba por la playa, vió una sombra que parecía bailar. Al acercarse a esa figura, se dio cuenta de que se trataba de un joven que recogía estrellas de mar que estaban en la arena para, una por una, tirarlas nuevamente al mar.
– ¿Por qué está haciendo esto? – preguntó el escritor.
– ¿Usted no ve? – explicó el joven – La marea está baja y el sol está brillando. Las estrellas se secarán y morirán si permanecen aquí, en la arena.El escritor se quedó paralizado por lo que había dicho el joven, y le dijo:
– Joven, existen millones de kilómetros de playa en este mundo y centenares de millones de estrellas de mar desparramadas por las playas. ¿Qué diferencia hay? Tú sólo tiras sólo unas pocas estrellas al océano
y la mayoría muere. ¿Qué diferencia hay?
– Para esta estrella, sí hay una diferencia – dijo el joven, cogiendo una de las estrellas y lanzándola al mar.Aquella noche el escritor no pudo escribir, ni siquiera dormir. A la mañana del día siguiente volvió a la orilla, buscó al joven y se unió a él. Juntos comenzaron a arrojar las estrellas de mar al océano.
Bonita introduccion a uno de los cuentos con mensaje que mas me gustan, gracias
Muchas gracias por tu comentario, Ana. A mi también me gusta mucho el mensaje de este cuento.
Un abrazo
Este mensaje nos tendria q poner a todos en movimiento. Nada mas leer el cuento dan ganas de salir a la calle a empezar a hacer algo!!!
¡Gracias Mamen! ¿A que sí? :-). Y es mucho más fácil de lo que creemos, en todas partes hay pequeñas cosas que podemos hacer y que pueden significar mucho para alguien.
Un abrazo