Hace unas semanas hice un taller de inteligencia emocional. Casi lo primero que hizo el formador, nada más comenzar, fue preguntarnos cuál era nuestro nivel de compromiso del 1 al 10. Hubo personas que levantaron la mano en 5, otros en 7, en 8, en 9. O en 10. La misma pregunta se fue repitiendo cada dos horas más o menos. Al final del primer día del taller todos levantábamos la mano en un 10. Estábamos 100 % comprometidos y habíamos entendido la primera lección. En mi opinión, una de las más importantes de la vida.
Que en tu vida siempre eliges tú.
¿O quien piensas que elige tu nivel de compromiso? ¿Depende de cuánto hayas dormido, de si ese día estás de buen humor o de que el formador consiga que te comprometas? No, depende de ti, única y exclusivamente de ti.
Como repetimos una treintena de veces en los cuatro días que duró el taller:
¿Quién elige? Yo elijo.
¿Dónde? Aquí.
¿Cuándo? Ahora.
Creo que a todos nos quedó muy claro.
Tú eliges, siempre.
Independientemente de cuánto trabajo tengas, de cómo se comporten los demás o de cuáles sean tus desgracias y circunstancias.
Eliges lo que vas a hacer. Si te comprometes o no. Si avanzas hacia tu objetivo o no haces nada. Si tomas decisiones o dejas que otros decidan por ti.
Eliges si cambias algo o sigues haciendo lo mismo, diciendo que no depende de ti o que es cosa de la suerte y tú no tienes de eso.
“Como siempre, la prosperidad y la abundancia será para aquellos que decidan hacer algo y se pongan a ello. Solo esto, la acción y no el azar, genera el cambio y la buena suerte”,
Alex Rovira, La Buena Suerte.
Incluso eliges si tienes tiempo o no lo tienes. Porque lo que haces con tu tiempo lo decides tú. Porque todos tenemos veinticuatro horas al día. La diferencia es que algunos saben a qué quieren darle prioridad y se la dan, mientras los demás se pasan el día quejándose de no tener tiempo.
Es decir, tú eliges si vas a tener tiempo para hacer lo que dices que quieres hacer o si vas a seguir escudándote en el tiempo que no tienes.
Y también eliges cómo quieres sentirte. Pase lo que pase y hagan lo que hagan los demás, independientemente de cómo te traten, tú eliges como quieres sentirte.
Hace unos días, mientras una persona me atendía detrás de un mostrador, yo estaba terminando de escribir un wasap. Cuando levanté la cabeza la persona me estaba mirando con cara de enfadada. “Ay perdona, no me había enterado de que ya habías terminado”, le dije. Comenzó a gritarme que el móvil estaba prohibido allí. Le dije que lo sentía, que no había visto ningún cartel. Dijo que sólo faltaba que tuvieran que poner un cartel para todo lo que estaba prohibido. Le volví a pedir disculpas y ella siguió gritando. Yo, ya un poco mosqueada, le dije que todos podemos cometer un error y que eso mismo me lo podía hacer dicho tranquilamente y yo lo habría entendido y habría guardado el móvil… Total que recogí lo que había ido a buscar y me fui. En los primeros momentos me sentí triste, pero al poco rato se me pasó. ¿Por qué? Porque elegí no darle a esa persona el poder de hacerme sentir mal. Porque, hagan lo que hagan los demás, yo tengo libertad sobre cómo me siento y decido si elijo alimentar ese primer pensamiento de rabia o frustración y quedarme malhumorada o volver a cómo me sentía antes de que eso pasara.
En definitiva, no está en mi mano decidir cómo quiero que se comporten los demás o cómo quiero que me traten, pero sólo yo elijo cómo respondo y cómo me siento ante ello.
Esa es la libertad más auténtica y genuina. No la libertad de movimientos o de fronteras, sino la libertad de ser yo quien elijo lo que hago y lo que siento en cada momento.
“No es el desafío lo que define quienes somos ni qué somos capaces de ser, sino cómo afrontamos ese desafío: podemos prender fuego a las ruinas o construir un camino, a través de ellas, paso a paso, hacia la libertad”,
Tú eliges si quieres que tu trabajo te estrese y después no tener fuerzas ni ganas de nada o si, independientemente de lo que pase en tu trabajo, quieres sentirte bien, tranquila, enérgica y motivada para lo importante.
Y donde digo trabajo podría decir familia, pareja, amigos o vida en general.
El que no elige se pone excusas, porque es muy duro reconocerte a ti mismo o a los demás que estás eligiendo no hacer nada o que estás eligiendo sentirte mal con lo que te pasa. Por eso es mucho más fácil decir “es que esta semana me pasa esto”, “es que estoy muy agobiada”, “es que para eso hay que tener suerte” o “es que mira como me tratan”.
“Muere lentamente quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo, quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño… No lo olvidemos: la suerte ayuda a los osados”,
El “es que” es nuestra forma de no hacernos responsables de nuestra vida.
Y elegir es hacerte responsable de tu vida y hacer uso de tu libertad.
Y libertad es tener el poder de elegir en cada instante de tu vida.
Y elegir es un privilegio que tenemos todos y el primer requisito para vivir una vida plena y con sentido.
Elegir si quieres pensar en ti, si quieres cuidarte, si quieres sentirte bien, si quieres darle prioridad a lo que de verdad te importa, si quieres organizarte, si quieres tener tiempo, si quieres estar satisfecha con tu vida y si quieres moverte hacia lo que te gusta y te ilusiona.
O si, por el contrario, quieres seguir agobiándote, sintiéndote triste, reaccionando y enfadándote por lo que te pasa o lo que hacen los demás, viviendo en automático, haciendo lo que no quieres y siendo quien no eres.
Si quieres olvida lo que has leído y quédate sólo con esta idea: Tú eliges lo que haces y eliges cómo te sientes siempre.
Y las cosas que te pasan te pasan porque tú haces lo que haces.
Así que, si quieres que te pasen cosas distintas, cambia lo que estás haciendo.
O no lo cambies.
Ya sabes que tú eliges.
“Para mi no es triste que las personas se mueran. Es que cuando les toque vivir no lo hagan”,
¿Qué opinas sobre lo que has leído? Puedes contármelo en los comentarios y estaré encantada de responderte.
¡Muchas gracias Vanessa por este post! Es uno de los que mas me ha gustado. Me ha ayudado mucho leerlo y a menudo vuelvo a leerlo ya que me ayuda y me hacer ser mucho mas “yo”!
Me alegro mucho, María. Es cierto que en nuestra vida elegimos mucho más de lo que creemos: nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestras palabras, nuestras acciones… Y, también, elegimos cuánto damos de nosotros mismos y cuánto nos comprometemos con cada cosa que hacemos.
Me consta que tú tienes capacidad de entrega y de compromiso contigo misma. Felicidades, te llevará lejos :-).
Un fuerte abrazo,
Vanessa