Para que algo funcione, primero tienes que dejar de hacer lo que NO funciona.
Es lógica pura y dura.
Bueno, pues después de acompañar a cientos de mujeres que tienen problemas en su relación de pareja, te puedo decir dos cosas que (casi) tooodas hacen y que NO funcionan:
1.La primera es intentar que el otro cambie.
Que me entienda.
Que se dé cuenta de que esto me hace daño.
Que deje de hacer eso que le he pedido mil veces que no haga.
Que me escuche.
Que vea las cosas como las veo yo.
Que no me hable así.
Que se dé cuenta de que le iría mejor si hiciera esto otro.
Etc, etc.
Por ejemplo, una coachee que cada vez que le hacía un comentario de queja a su pareja, él respondía quejándose de algo de ella o marchándose de casa porque no quería seguir discutiendo.
“Se lo he dicho mil veces, que el problema es que no le puedo decir nada sin que se ponga así o se largue. Y, por más que se lo digo, no lo entiende”, que me contaba ella.
Vale, pues esto NO funciona porque significa estar en modo lucha intentando que tu pareja cambie y en la fantasía de que si te esfuerzas cambiará.
Pero no. Cuando alguien quiere y puede cambiar, cambia a la primera que se lo dices.
O a la segunda, como mucho.
No necesitas luchar ni quedarte sin aliento en el camino.
2.Y lo segundo que NO funciona es que te eches las culpas a ti misma de lo que está pasando en tu relación.
Que soy yo que soy una exagerada.
Que el problema es que me afectan demasiado las cosas.
Que tendría que tener más paciencia.
Que igual es que me altero demasiado.
Que soy yo que exploto fácilmente.
Que tengo que decir mejor las cosas.
Que debería pasar más de todo.
Que soy yo que no le entiendo.
Que tendría que ser más tal o más cual.
Etc., etc.
Por ejemplo, una coachee que, cuando su pareja la gritaba y ella terminaba echándose a llorar, después se sentía culpable por ser tan sensible y tomárselo todo tan a pecho.
“Si yo no me pusiera así y fuera capaz de mantener la calma y responder con seguridad, no estaríamos como estamos”, me decía.
Vale, pues esto NO funciona porque desde ahí te desconectas de lo que está pasando y de cómo te sientes tú con ello y toda tu energía se va en sostener la culpa que tienes por no estar siendo capaz de que eso funcione.
Pero claro, cuando la opción 1 no funciona y tu pareja no cambia, la única salida es echarte las culpas a ti misma y decirte que la que tienes que cambiar eres tú. Es decir, la opción 2.
Y el problema es que ninguno de esos dos caminos te va a llevar a la solución. Que ambos te dejan estancada en busca de culpables, en vez de ir en busca de respuestas.
El enchufe que no entra
Mira, la mayoría de las mujeres que vienen a trabajar conmigo un tema de pareja viven en ese baile constante entre estas dos opciones.
Un rato se están peleando con su pareja para conseguir que cambie en algo…
Y al rato siguiente se están echando las culpas a sí mismas por no hacerlo bien…
Y, así, un día tras otro…
En realidad, las dos opciones son una forma inconsciente de querer controlar lo que está pasando: ya sea intentando que el otro cambie, o diciéndome que la que tengo que cambiar soy yo.
Y claro, así no cambia nada. O lo único que cambia es que cada vez te sientes más impotente y agotada.
Es como si tienes un enchufe europeo, de esos con dos agujeritos, e intentas enchufar un secador de pelo inglés, de esos con tres clavijas.
¿Qué va a pasar? Pues que no va a entrar.
Y si lo sigues intentando, ¿qué va a pasar? Pues que va a seguir sin entrar.
¿Y si te esfuerzas mucho, mucho? Pues lo mismo.
No va a haber manera.
Y lo más probable es que termines rompiendo el enchufe o cargándote el secador.
Es decir, o agotando a tu pareja, o agotándote tú.
Un esfuerzo en balde, que diría mi abuela.
Y que, para colmo, te aleja de poder entender qué es lo que está pasando en vuestra relación y te impide hacerte responsable de la parte que depende de ti (la mitad, porque las relaciones son un 50%-50%, y que este equipo funcione depende de los dos por igual).
Pero, claro, a veces, es más fácil intentar que el otro cambie las cosas que no te gustan de él, porque así la pelota está en su tejado y la labor es suya (y eso, no me digas que no, te libera un montón la carga).
Y porque, además, mientras exista la posibilidad de que él cambie o de cambiar yo, hay esperanza.
Y para una mujer con un perfil de luchadora y de “si me propongo esto lo tengo que conseguir”, es mucho más fácil vivir en la lucha y en el esfuerzo que soltar y aceptar que no sé qué hacer para que esto se arregle.
Y mientras estás esperando a que él cambie eso o a que tú dejes de hacerlo mal, pues el problema se va haciendo más y más grande.
Y, cuando te quieres dar cuenta, no tiene solución.
¿O sí? Pues, si lo coges a tiempo, tal vez sí la tenga.
Si estás dispuesta a hacerte cargo de tu parte y quieres salir de dudas y empezar a avanzar, mi curso SI o NO es justo para eso.
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Coach, yo quisiera ayuda para lidiar con los problemas de suegra y nuera. Mi problema es que por lo regular salimos peleando, y pues yo salgo muy afectada de todo esto y desde hace tiempo estoy buscando la posibilidad de terminar la relación con mi esposo, mi rompimiento con él, debido a que es una situación difícil de lidiar con los problemas 🙏, Muchas gracias
Hola Yoly,
Entiendo que si te planteas terminar la relación con tu esposo es porque es con él con quien tienes problemas, tal vez porque no te apoya en las dificultades con su madre.
A veces la relación entre la madre y la suegra es complicada, y no pasa nada si necesitas romper la relación con ella. Eso no quiere decir que tengas que romperla con tu esposo. Lo importante es que te sientas apoyada por él y que él pueda mantener la relación con su madre si así lo desea aunque tú no la mantengas.
Te dejo un post sobre este tema, aquí.
Un abrazo,
Vanessa