¿Cuántas veces das por hecho que alguien ha hecho algo y te montas toda la película en tu cabeza?
¿Cuántas veces presupones que las cosas son como tú las estás pensando?
¿Cuántas veces interpretas las intenciones de alguien para que todo encaje con lo que tú crees?
…
¿Y si, todas esas veces, lo que estás pensando sobre la otra persona en realidad estuviera hablando de ti?
Me refiero a que lo que piensas de alguien habla más de ti (de tus creencias, de tus experiencias, de tus valores, de tus actitudes, de tu opinión sobre esa persona, etc.) que de la persona en la que estás pensando.
Mejor te lo explico con un ejemplo…
El otro día una coachee llegó a la sesión muy enfadada por algo que había hecho su suegra. Cuando me lo contó y comencé a preguntarle por el tema, la realidad objetiva distaba mucho de la película que mi clienta se había montado.
Es decir, la información que tenía mi coachee no indicaba que las cosas hubieran sucedido exactamente como ella las estaba imaginando.
Entonces recordé este cuento, y se lo conté.
EL LADRÓN DE HACHAS
“Un campesino, que tenía madera para cortar, no lograba encontrar su hacha grande. Recorría su patio de un lado a otro, iba a echar un vistazo furibundo al montón de troncos, al cobertizo, a la granja.
¡Nada! ¡Nada que hacer, el hacha había desaparecido, sin duda robada! ¡Un hacha completamente nueva que había comprado con sus últimos ahorros! La cólera, esa breve locura, desbordaba su corazón y teñía su mente con una tinta tan negra como el hollín.
Entonces vio a su vecino llegar por el camino. Su forma de caminar le parecía la de alguien que no tenía la conciencia tranquila. Su rostro dejaba traslucir una expresión de apuro propia del culpable frente a su víctima. Su saludo estaba impregnado de una malicia de ladrón de hachas. Y cuando el otro abrió la boca para contarle las trivialidades meteorológicas habituales entre vecinos, ¡su voz era sin lugar a dudas la de un ladrón que acababa de robar un hacha flamante!
Totalmente incapaz de contenerse durante más tiempo, nuestro campesino cruzó su porche a grandes zancadas con la intención de ir a decirle cuatro verdades a ese merodeador ¡que tenía la osadía de venir a burlarse de él!
Pero sus pies se enredaron en una brazada de ramas muertas que yacía al borde del camino. Tropezó, atragantándose con la andanada de insultos que tenía destinada a su vecino, ¡y se cayó de manera que fue a dar con la nariz contra el mango de su hacha grande, que debía de haberse caído hacía poco de su carreta!”.
Sin necesidad de compartir lo que seguimos hablando después, sí te diré que mi coachee salió de la sesión dandose cuenta de que le guarda un cierto rencor a su suegra por cosas que han pasado y que no han hablado, que ésta no le cae especialmente bien, y que además la tiene etiquetada de “entrometida y mentirosa”.
Con lo que, cualquier cosa que hace su suegra, mi clienta se encarga de “adaptarla” para que encaje en lo que cree de ella.
Y todo esto hizo que acabara montándose una película que, visto desde la distancia, no tenía mucho fundamento…
¿Te das cuenta? ¿Cuántas veces sacas una conclusión precipitada sobre alguien?
¿Cuántas veces das por cierto lo primero que se te pasa por la cabeza, influido por tus opiniones sobre esa persona, tus creencias o tus valores?
¿Qué pasaría si limpiaras tu mente de todo eso y después te pararas a mirar todas las posibles alternativas a la película que te estás montando?
Si tantas veces te he contado que un pensamiento no es la verdad, sino simplemente un pensamiento, de lo mismo se trata cuando piensas algo sobre alguien. ¡Eso tampoco es la verdad!
Y es importante tomar conciencia de ello, porque si das por verdadero un pensamiento respecto a alguien por el simple hecho de estarlo pensando así, después actuarás en consecuencia a ese pensamiento. Y cabe la posibilidad de que te equivoques.
Sobre todo porque, como te decía antes y te he contado tantas veces, lo que piensas de alguien está contaminado de ti.
Tu pensamiento es tuyo y está impregnado de ti, es lógico que sea así.
Sólo por eso, y porque las personas merecemos que nos pidan una explicación antes de juzgarnos por algo, quería compartir contigo este cuento.
Espero que te haya hecho pensar y darte cuenta de que, una vez más, lo que piensas de alguien dice más de ti que de esa persona…
Si te apetece puedes compartir tus reflexiones conmigo en los comentarios aquí debajo.
Todo lo que publica absolutamente todo me encanta y me ayuda y por alguna razón llega en el momento indicado. Muchas Gracias.
Qué bien, Nathaly. Me alegro mucho. Muchas gracias por compartirlo.
Un cariñoso abrazo,
Vanessa
Si, pues tal vez los comentarios que hace otra persona, sus gestos, sus expresiones, yo los relacioné a mi persona ya que me conocen. Pero y si eso que dicen o hacen los demás me afecta, porque es en realidad lo que yo me juzgó a mi misma, pues el significado que yo le de depende de mí y el significado que el otro le de depende de él. Tal vez sea así… Gracias por tu artículo, me hizo pensar…
Me alegro que te haya hecho pensar, Nancy. Así es, cada cosa que nos pasa, cada cosa que escuchamos o pensamos de alguien, la estamos pasando por nuestros propios filtros, por eso habla más de nosotros que de esa persona. Es inevitable, simplemente se trata de ser conscientes de ello y no dejarnos engañar por nuestra propia mente.
Un abrazo grande,
Vanessa
hola Vanesa,
Te he estado leyendo, y bufffff….
El problema es cómo salir de ese bucle,… ¿meditaciones? Porque claro que sé que es tuyo, claro que entiendo que no hay que darle vueltas, etc. El problema es, ¿cómo dejar de hacerlo?
Ahora mismo tengo dos conflictos con dos personas que me importan. Con una de ellas lo he intentado y he pedido disculpas, pero me temo que no las ha aceptado (esta parte me duele), quizás esté diciendo que soy intolerante muchas veces con otras personas…
Aun así, ¿cómo se hace?, ¿cómo haces que la mente pare?
¿Cómo se puede solucionar sino puedes comunicar tu perdón?
Me resulta muy complicado, y me produce mucha ansiedad.
Me ha gustado mucho este post. Una vez más me has retratado Vanessa, eres sabia.
Me pregunto lo mismo que Flor, ¿cómo hacer que la mente pare de montarse películas si los protagonistas (personas que queremos) no expresan lo que sienten, no explican lo que sucede, no comunican? ¿Cómo parar ese bucle?
Gracias Vanessa. Estoy encantada con tu blog 🌻
Hola Sonja,
Pues habría que ver exactamente cómo es esa persona y qué se te enciende a ti con ella, porque tiene sentido querer estar con personas que te expresan lo que sienten y se comunican contigo. Pero más que en el otro, se trata de darte lo que necesitas tú misma, y desde ahí escucharte qué quieres hacer con esa persona.
Un abrazo,
Vanessa
Puede ser y de hecho creo que es cierto que lo que decimos de alguien es un juicio que hacemos y está influido de nosotros mismos y de la idea que nos hemos hecho de esa persona, que por supuesto no es cierta o real; pero según mi opinión yo creo que cuando juzgamos a alguien según como ha reaccionado frente a cierta situación, a mi entender, estamos también comparando su reacción con lo que nosotros hubiéramos hecho en esa situación. A partir de ese punto nos ha parecido que su reacción ha sido incorrecta, porque nosotros no hubiéramos actuado así según nuestros valores.
Hola Alicia,
Sí, comparto lo que dices. Yo también creo que los juicios que hacemos de los demás están influidos por nosotros mismos y nuestras creencias, y que muchas veces juzgamos a alguien porque nosotros no hubiéramos actuado así. Aunque eso no quita para que tengamos derecho a que lo que haya hecho el otro no nos guste o no nos haga sentir bien.
Un abrazo,
Vanessa