Hace unos meses me preocupe mucho.
Y quiero contarte lo que me pasó.
En 2021 había empezado a escribir un curso super chulo para todas (y todos) las que me seguís aquí (qué ganas tengo de terminarlo y presentártelo, ¡¡te va a encantar!!), pero en un determinado momento lo paré, y no había vuelto a retomarlo.
Vamos, que llegó 2022, y los guiones del curso seguían ahí, cogiendo polvo.
Por eso te digo que hace unos meses, justo antes del verano pasado, me preocupé.
Porque no me volvía a poner con él. Porque ya no buscaba huecos, ni horas extra, ni tiempo en los fines de semana para ponerme con el curso.
Hacía el trabajo diario con mis coachees encantada, pero la carpetita del curso ahí estaba, cerradita y sin tocar desde bastantes meses antes.
Y yo, cero ganas de abrirla.
Siempre liada con otras cosas y dejando el curso a un lado.
Lo que viene a ser, procrastinando con todas las letras :-(.
Ojo, que no me machacaba por ello, de eso nada. Eso lo habría hecho antes, ahora ya no me culpo ni me exijo. Simplemente estaba preocupada, curiosa, inquieta…, sin entender bien qué me estaba pasando…
Me encontraba cansada y saturada, pero, ¿de qué? Si estaba trabajando lo justo, si esto era jauja comparado con épocas en las que curraba cincuenta horas a la semana (porque me apetecía, sí, pero curraba de lo lindo) o cuando, además de mi trabajo, cuidaba de mi madre.
Entonces, ¿cómo podía estar taaaan cansada ahora, solo por hacer las sesiones con los coachees, escribir mis artículos y poco más?
¿¿¿Cómo podía estar tan agotada y sin fuerzas para ponerme con un curso que me apetecía un montón sacar???
Hasta que, en una sesión con mi terapeuta, lo entendí.
Lo que me tenía tan cansada no tenía nada que ver con el trabajo.
Estaba así de agotada porque tenía varios frentes abiertos en mi vida personal que me llevaban mucha energía.
Vaciar la casa familiar, llena hasta los topes de la historia de mi vida.
La reforma de un piso, que si te has metido en alguna ya sabes a lo que me refiero…
Dos mudanzas simultaneas, una en la ciudad y otra en la montaña.
Y un montón de conflictos familiares que dejan Falcon Crest como un juego de niños.
Y hasta que mi terapeuta no me lo preguntó, no caí.
¿Cómo no vas a estar cansada con la de cosas que se te están moviendo en estos meses?
Con todo lo que estás colocando en tu vida personal, ¿¿¿cómo pretendes no estar cansada???
Ilusa de mí, que me creía que solo puedes estar cansada si has corrido una maratón o trabajas desde el amanecer hasta el ocaso.
Que no había caído en que lo emocional (mudanzas aparte) también cansa, y mucho.
De que los temas personales también se llevan energía, y mucha.
Ese fue uno de mis grandes aprendizajes del año que se acaba de terminar.
Que no tenemos un contenedor de energía para lo personal y otro para lo profesional y las tareas del día a día.
Que todo viene del mismo, y si estás invirtiendo tu energía en algo personal, te queda menos para lo otro.
Así fue como entendí que se puede estar cansada sin haber corrido una maratón. ¡Incluso sin salir de casa!
Y así fue como pude reconocerme tooodo lo que estaba resolviendo y cerrando en mi vida personal, y permitirme estar cansada por ello.
Y pude escuchar ese cansancio y dejarme descansar, hasta que recuperé mi energía y volví a ponerme con el curso.
Eso es Amor.
Amor es que, si estás bien y con la energía a tope, pues es momento de ponerte retos y de comprometerte con un objetivo.
Pero si no estas bien, Amor es que te cuides hasta que vuelvas a estar bien.
Que escuches lo que sientes, que lo valides y que sepas cómo darte lo que te falta.
Que te dejes descansar, que pidas ayuda, que aceptes que ahora no puedes con esto, o lo que sea que estés necesitando en ese momento.
Amor es que, si es enero, pero tú no estas para grandes propósitos de año nuevo, pues no lo estás. ¡Y punto!
Y comprenderte, mimarte y abrazarte hasta que recuperes esa energía.
Sin culpas, ni exigencias, ni “deberías”.
Y eso es lo que te enseño a hacer en Amor, mi curso de autoestima para quererte mucho y sentirte segura de ti misma.
Porque sin compasión y amor incondicional a ti misma, pase lo que pase y te sientas como te sientas, es im-po-si-ble que estés en paz contigo misma.
Como regalo de Reyes, como regalo de año nuevo, o simplemente porque te lo mereces, puedes apuntarte a Amor aquí.
Tienes mi palabra de que no te arrepentirás. Así de segura estoy de lo bueno que es este curso.
Besos, sonrisas y muy feliz día de Reyes.
Vanessa
PD: Desde el momento en que te apuntas a Amor puedes empezar a hacer el curso. Tendrás acceso a la plataforma para siempre, para que lo hagas tantas veces como quieras. Y si después de leer toda la información de Amor todavía te queda alguna duda, puedes escribirme a vanessa@coachingtobe.es y preguntarme.