¿Qué pasa cuando comemos a carreras?
No sé tú, pero a mí lo que me pasa es que no me entero de lo que he comido. Como si no hubiera saboreado nada.
Pues algo parecido (y nada bueno) nos pasa con los años.
Corremos tanto cada día que se nos pasan un poco sin enterarnos.
¿Otra nochevieja más? Sí, otra. Y otra, y otra, y otra.
Igual que lees un libro tras otro, que contestas un wasap tras otro o que pones una lavadora tras otra… Y, al final, no has estado realmente presente en nada de lo que has hecho.
Pues eso mismo, pero con los años.
Que a veces se nos pasan sin saborearlos, sin ser conscientes de lo que ha ocurrido durante esos 365 días y de cómo lo hemos vivido. Sin mirar.
¿Te pasa? A mí, muchas veces, sí.
Y pensando en eso, y porque este ha sido un año muy especial para mí, me ha dado por reflexionar cuáles han sido los momentos más bonitos (algunos dolorosos, pero también bonitos) que me quiero quedar del 2024.
(Nunca había escrito un post de este tipo para cerrar el año. Y la idea, como siempre, es que tú hagas lo mismo y reflexiones sobre los tuyos.
¿Qué momentos han sido más significativos para ti este año? ¿Cuáles quieres guardarte con cariño en la maleta que te vas a llevar al 2025? Que sean cinco momentos como mucho, los que sientas que se merecen más estar ahí por cómo te hicieron sentir o por lo que sacaron de ti).
Venga, empiezo yo.
1.Mis pildoritas de ilusión mensuales.
En enero decidí que, después de una etapa bastante durilla de esfuerzo y pico pala, este año necesitaba gozo y placer. Así que se me ocurrió que todos los meses quería planificar algo que me diera muchas ganas. Y lo llamé “mis pildoritas de ilusión”.
¿Sabes esa ilusión infantil de cuando mañana van a venir los Reyes Magos? Pues eso es lo que quería para mí.
12 meses, 12 pildoritas de ilusión. Y lo he cumplido y disfrutado de lo lindo.
Casi todo han sido viajes, más o menos cortos, sola (sí, sola también se puede disfrutar y sentir la alegría de estar contigo) o acompañada de la gente bonita que camina a mi lado por la vida.
Por nombrar uno que me sentó especialmente bien, un viaje de un par de semanas con mis perros a las Rías Baixas en mayo.
Tal vez es que fui meiga en otra vida, pero me chifla Galicia y su gente. Y me llena el corazón ver a mis dos amores caninos jugando en la Praia de Barra (mi preferida, con diferencia) o corriendo por lugares tan hermosos como el cabo Home.
2.Mis dos retiros de terapia grupal del SAT.
Uno fue el cielo y otro el infierno.
En marzo hice el módulo introductorio del SAT (para quien no sepa de qué va, son los retiros ideados por el psiquiatra Claudio Naranjo para ponerle luz a nuestro ego a través del eneagrama).
Fue un regalazo poder estar cinco días conviviendo con casi 100 personas y sentirme super a gusto, espontánea y relajada (sí, el trabajo tan duro de los tres años de formación en terapia Gestalt había dado sus frutos). Eso fue el cielo.
Cinco meses después me apunté al segundo retiro del SAT. Otra vez el mismo número de personas, pero el doble de días: casi once en total. Y fueron el infierno.
El trabajo que se hace en este tipo de retiros es magistral y muy profundo. De una forma sublime, a medida que pasan los días, vas entrando más y más en tu sombra y viendo las formas neuróticas en las que has aprendido a funcionar para sobrevivir.
Como si quedaras desnuda ante ti misma y ante el grupo (sí, sé que puede sonar poco apetecible, pero te aseguro que es maravillosamente sanador).
Los dos retiros lo fueron, cada uno desde un lugar diferente. Del júbilo al dolor y de la expansión a la contracción, sé que todo fue perfecto tal cual sucedió.
Guardo con especial cariño un tormentoso amanecer delante del río Ebro en el que, de la nada, apareció un ángel que le dio la vuelta a las vivencias de una niña que siempre estaba sola… Y me siento muy agradecida porque esta vez su historia tuviera un final diferente. Al final, en el infierno, brotaron flores.
Muchas flores en realidad, porque me llevo personas muy lindas de esos días compartidos con una intensidad bestial en la que parece que cuando te despides lo hicieras de alguien a quien conoces de toda la vida. Y no, solo llevabais juntos once días.
3.El tercer momento que me quiero quedar te incluye a ti, que me lees.
En septiembre, por primera vez, me atreví a pedir algo en un post. A pedírtelo a ti, a las personas que me seguís.
No soy una hermanita de la caridad, pero me manejo mejor dando que pidiendo. Así que poder pedir y recibir tanto de vuelta fue super bonito. Y, de nuevo, maravillosamente sanador.
(Puestos a confesar, que sepas que durante esas semanas, cada vez que estaba más bajita de ánimo, me ponía un rato a leeros y era mano de santo :-).
Tanto si dejaste una reseña en Google como si no, mil gracias por hacerme sentir tan reconocida y valorada en mi trabajo. A los cuatro vientos y gritando con todas mis fuerzas para que me oigas mientras me lees, ¡muchísimas gracias!
4.La maravillosa acogida que tuvo SI o NO.
En octubre lancé el curso “SI o NO”, para que las mujeres que tienen dudas en su relación de pareja sepan qué está pasando, cuál es el problema y si tiene solución.
Y el feedback que estoy recibiendo de quienes os apuntasteis a “SI o NO” es brutaaal. Todas me contáis que os está dando muchísima seguridad en vuestra relación de pareja y que os ha ayudado a daros cuenta de aspectos que no teníais ni idea de que estuvieran siendo un problema.
“Qué maravilla tu curso, Vanessa. Creo que es la mejor inversión que he hecho”, Eva.
“Muchísimas gracias por este curso, por todo lo claro, condensado y bien hecho que está”, Inma.
“Estaba muy ciega, y quien tiene un problema que no ve es imposible que le ponga solución. Gracias a tu curso ahora sé lo que tengo que hacer”, Estefanía.
Pues sí, da mucho gusto cuando sientes que un trabajo bien hecho le sirve a quien lo necesita.
(Si eres una de esas mujeres que no está bien en su relación de pareja y ya no sabe qué más hacer, AQUÍ tienes la solución).
5.¿El último momento que me quiero quedar?
Buf, pensar que solo puedo nombrar uno más me asusta un poco.
Hay muchas personas a las que querría nombrar en este año, porque el simple hecho de compartir con ellas un rato ya da lugar a un momento especial para mí. Y no quiero hacerlo, tal vez por no olvidarme de alguien y que se pueda sentir mal, pero sé que saben que están en este recuento, porque a cada una se lo digo cada vez que tengo la oportunidad.
Me vuelan imágenes en la cabeza de abrazos, risas, paseos, unas cañas, un regalito casero, una ruta por el monte, una sorpresa inesperada, un “venga, ¡qué voy!”, una nota cariñosa…
Y ahora mismo, mientras me lees, que andaré perdida en mi isla del Pacífico pasando esta No Navidad, seguro que también estoy viviendo algún momento especial.
Lo especial solo pasa de vez en cuando (ya sabes, corremos demasiado como para que pase todos los días ;-).
Pero también está bien así, para que lo valoremos.
Eso es lo importante. Que lo veamos, que lo saboreemos, que reconozcamos cuando algo es especial… Y te diría que, cuando de verdad saboreamos las cosas y estamos presentes en ellas, resulta que todos los días hay algo especial.
¿Y ahora tú? Me encantará que me compartas en los comentarios alguno de tus momentos especiales de 2024. Te leo.