Imagínate… Te cruzas con alguien y si no te saluda como siempre piensas que está molesto por algo que tú hiciste; envías un email y si no te contestan piensas que a esa persona no le interesa lo que le has contado; le propones un plan a tu pareja o a un amigo y si no vuelve a sacarte el tema supones que es que no le apetece… O más sencillo todavía: lees la ficha de un hotel y si no pone que admiten mascotas, das por hecho que no las admiten (esto es lo que me ha pasado a mi hoy).
¿Te pasan cosas así? Apuesto a que sí, nos pasan a la mayoría. Todos, cada día, sacamos conclusiones sin saber si son ciertas o no. ¿Te das cuenta de lo mucho que nos estamos limitando cada vez que hacemos esto? ¿Y si esa persona con la que te cruzaste solo estaba pensando en sus cosas? ¿Y si ese email que enviaste aún no ha sido leído? ¿Y si tu pareja se ha liado con la fecha de ese plan a pesar de que sí que le apetecía? (Sí, puede ser, porque olvidarte de algo no significa que no te apetezca). ¿Y si mi perra se queda sin ir a la playa solo por que yo di por hecho que en ese hotel no iba a ser bien recibida?
Mira, esta es una historia tan real que nos podría haber pasado a cualquiera.
Una chica está en la sala de embarque de un aeropuerto. Mientras espera la salida de su vuelo, compra el periódico y un paquete de galletas y se sienta en un rincón tranquilo. Al rato un señor se sienta a su lado y se pone a leer un libro. Entre ellos está el paquete de galletas. La chica coge una galleta y entonces el señor también coge otra. Ella se queda sorprendida, pero no dice nada. Al rato la chica coge otra galleta y el hombre vuelve a hacer lo mismo. Y así varias veces más.
La chica está indignada, no se lo puede creer, ¡vaya caradura! ¿Qué se cree el tipo este? ¡Es mi paquete de galletas! ¿Cómo puede atreverse este sinvergüenza a coger una tras otra, así sin decir nada? Completamente encolerizada, justo cuando iba a explotar y a decirle algo, el señor acerca su mano al paquete, coge la última galleta que quedaba, la parte en dos, se come una de las mitades y deja la otra en el paquete. ¡Esto ya es el colmo! La chica está tan enfadada que se levanta bruscamente y se va a otra parte de la sala porque no quiere montar una escena.
Al rato, ya más calmada, la chica entra en su avión y se sienta en su asiento. Coge el bolso para apagar el móvil y al abrirlo descubre su paquete de galletas. ¡Cerrado y sin abrir!… Madre mía… ¡Qué vergüenza! La chica se da cuenta de que era ella quién había estado comiendo del paquete de galletas de aquél señor. ¡Y casi le llama de todo en medio de la sala de embarque! ¡Qué metedura de pata! Además de la vergüenza que está sintiendo se da cuenta de que aquella persona le había dejado a ella comer sus galletas sin enfadarse, ni alterarse, y que incluso le había dejado la última mitad. ¡Qué diferente a lo que ella creía que estaba pasando! ¡Oooooh! ¿Qué habría pensado aquel hombre?, se preguntaba la chica mientras el avión despegaba y ya era demasiado tarde para pedirle disculpas y darle las gracias por su paciencia.
¿Te das cuenta de lo grande que puede ser la diferencia entre lo que creemos que está pasando y lo que pasa en realidad?
Es increíble como cambia tu vida cuando dejas de presuponer cosas y empiezas a preguntar. Casi todo es completamente distinto a lo que pensabas.
Así que, por favor, no des nada por hecho y pregunta.
Pregúntale a esa persona si está bien o si le pasa algo.
Envía otro email preguntando si tuvo oportunidad de leer el anterior.
Recuérdale a tu pareja o amigo eso que le habías propuesto y pregúntale si le apetece.
Yo, por mi parte, voy a llamar ahora mismo al hotel 🙂
Es increíble lo rápido que se mueven nuestras neuronas para pensar e imaginar situaciones así… no sabría sacar una ahora mismo pero es TAN CIERTO… que da miedo! Gracias, hoy mismo me borro las tonterías que podría tener en mente!
😉
Muy buena idea :-). Encantada de haberte inspirado a ello. Un besazo
Espero que ella compartiría su paquete de galletas con la persona sentada junto a ella en el avión, ¿sí o sí?
¡Jajaja! Creo que sí 😉
El mundo de las galletas, las creencias, los prejuicios …
GRACIAS Vanessa !!
Encantada :-). Y gracias a ti también, Felipe. Un saludo
Gracias por la historía de las galletas que, a parte de las suposiciones, nos muestra lo agradable o desagradable que podemos hacer nuestra vida dependiendo de la energía que le po gamos a nuestros pensamientos.
Deseo que hayas disfrutado de la playa con tu perra después de haner dejado la suposición y haber verificado que si aceptan mascotas ;-).
Para profundizar más sobre el tema de “no presuponer”, está genial el libro “Los cuatro acuerdos”, donde ese es uno de los cuatro puntos claves para ser feloz.
Muchas gracias, Oscar. Es cierto, esa historia no solo habla de lo que presuponemos sino también de cómo lo hacemos, de cómo tantas veces nos metemos en un bucle innecesario y muy dañino con nuestros pensamientos. Por eso es tan importante conocerlos y conocernos.
Muchas gracias por la recomendación del libro de Miguel Ruíz, es muy bueno.
A la playa, el 15 🙂
Un abrazo,
Vanessa