He experimentado un gran cambio en la dinámica que tenía establecida con mis relaciones personales, siempre desde la complacencia, de estar para todo, de olvidarme de mí, en definitiva… He logrado ponerme a mí en el centro de mi vida y a la vez seguir estando para mis amistades, familia, etc., pero ya no desde la autoexigencia que me imponía, y eso me ha proporcionado relaciones más sanas, e incluso siento de alguna manera un mayor reconocimiento.
Estoy satisfecha de aprender a quererme, de cuidar de mi niña y sanar situaciones del pasado. De sentirme bien cuando pongo límites o priorizo mis necesidades, de dejar de estar eternamente preocupada, de dejar de autocastigarme y sentir que soy suficiente y capaz.
De Vanessa me ha gustado, sobre todo, que he conectado desde el primer día con ella, y eso es en ocasiones es difícil, aunque sea el/la mejor profesional no siempre se consigue. Esto me ha permitido abrirme y poder trabajar todos mis objetivos, porque no siempre es fácil contar a un “extraño” tus necesidades más intimas que muchas veces no has compartido con nadie más.
He conectado mucho con su forma de trabajar, nunca desde el juicio, siempre desde la comprensión, con ejercicios muy prácticos y asumibles que no me han generado para nada sobrecarga, todo lo contrario. He disfrutado mucho con todos los planes de acción y cuando no he podido asumir alguna tarea he sentido tranquilidad porque no he tenido nunca la sensación de que fuera una obligación “tipo deberes”, siempre ha respetado la situación que tuviera en ese momento y mis tiempos.
Si tengo que resaltar algo en especial, me ha gustado mucho que realmente es un trabajo individual, eso se percibe en la intervención profesional, cuando sientes que las sesiones están diseñadas y pensadas solo para ti y no “de manual que puede servir a cualquier persona”, porque esa sensación si la he sentido con otro profesional de la psicología con quien mantuve sesiones.