La situación en la que me encontraba ANTES del coaching era de inseguridad y de “marioneta”. ¡Me hablaba mal a mi misma y mi critico interno era muy fuerte! No había lugar a discusión. Si hacía lo que en ese momento estaba segura de que era lo que me apetecía y lo mejor para mí, mi critico interior me castigaba al día siguiente. Necesitaba siempre el OK de los demás. Si no era ese el caso, acababa haciendo lo que los demás sugerían, ya que ahí era donde estaba segura de que sería la decisión correcta.
Me sentía pequeñita y dependiente de los demás. Si alguien de mi entorno estaba de mal humor, el día ya iba mal para mí porque lo primero que hacía era pensar qué había hecho yo para que esa persona estuviera así.
Me sentía como una marioneta ya que mi estado de ánimo dependía de mi alrededor, olvidándome de que era en mi interior donde tenía que encontrarlo. Me sentía que no valía lo suficiente y que tenía que “ganarme” el amor de los demás. Si imagino a esa Miriam de ANTES de las sesiones de coaching, era como un hámster en la rueda, siempre trabajando y haciendo que los demás estuvieran bien… Y también un camaleón, siempre adaptándome a la personalidad de esa persona para hacer que las cosas fluyeran.
Mi situación ahora es completamente diferente. Aunque todavía me queda camino por recorrer, ahora automáticamente detecto esos “automatismos” que tenía y, sobre todo, me paro a pensar “¿QUE QUIERO YO?, ¿QUE PIENSO YO?”.
Pienso en mí, y aunque eso no quiera decir que siempre haga lo que yo quiera, sí que tengo presente que si me amoldo a otras personas es porque yo quiero, y no porque tenga que ser así. Ahora me doy cuenta que yo no soy ni mejor ni peor que otra persona, pero soy igual de valida… Al fin y al cabo, ¡todos fuimos los espermatozoides mas espabilados! 😊
Me siento LIBRE, EMPODERADA y FELIZ. Me siento acompañada aunque esté yo sola, porque yo misma me doy eso que necesito. Siento que tengo el control de las cosas que quiero y que puedo decir lo que pienso o lo que me apetece sin ese miedo de “buff, le va a sentar mal”. Estoy aprendiendo a respetarme y a perdonarme y, sobre todo, a tratarme con MUUUUCHO cariño.
Ya que yo misma me respeto más y me siento igual de válida que la persona que tengo delante, noto que los demás me tratan con más respeto. Noto que tengo mucha más libertad al decir las cosas y que me “atrevo” a hablar más con gente que no conozco. Tengo muchísima más confianza en mí misma, hasta el punto de querer atreverme a crear mi propio negocio. ¡¡Me siento motivada y capaz!! Siento que YO también puedo realizar mis sueños, y lo más curioso de todo es que NUNCA había pensado que yo también podía tener un sueño… ¡pero parece que sí!
Respecto a Vanessa, me ha encantado su estilo de llevar las sesiones. Me entendió desde el momento 0 y me sentía segura de poder explicarle las cosas, ya que sabia que lo iba a entender e iba a dar en el clavo.
Me ha gustado mucho la transparencia con la que me hablaba y también el seguimiento entre sesiones. Me gustó mucho la flexibilidad de un día en el que yo me sentía fatal y no era día de sesión oficial, que ella estuvo ahí para darme las pautas y me ayudó muchísimo.
Me gustaron mucho los ejercicios que hacíamos durante las sesiones. Tengo que decir que yo no creía mucho en este tipo de ejercicios (meditaciones) pero me di cuenta de que si. Que ayudan, ¡y MUCHISIMO! Con Vanessa pude dejar ir mis sentimientos (he estado en diferentes psicólogos y nunca me he atrevido a llorar en “publico”) porque ella me daba esa confianza para poder expresar del modo que yo necesitaba lo que sentía en ese momento.
He disfrutado muchísimo trabajando con Vanessa y, sobre todo, de ver que ¡SI QUE SE PUEDE! Ha sido un PLACER ENORME.