“Antes estaba poco consciente, como viviendo en piloto automático, sin mucha empatía hacia los demás, pero, sobre todo, lleno de heridas que ni siquiera podía identificar. Por lo tanto, buscaba satisfacer mis “necesidades” o mis “carencias” con estímulos externos, con personas externas. E inclusive, ¡¡nunca alcanzaba!!
Sufría, porque ni siquiera podía aceptarme a mí mismo.
Ahora estoy bien, estable, sin tantos altibajos como antes tenía, me siento empoderado, mucho más consciente. Con más herramientas para identificar, leer y entender lo que va aconteciendo. Puedo entenderme más, reaccionar menos, callar más. Puedo escuchar, y ver con un poco de desapego lo que va sucediendo.
Me siento en calma, con una “caja de herramientas” conmigo, como si me conociera más y fuera más sabio, más grande, para transitar lo que viene.
Tengo una vida más sana en todos los ámbitos: en la salud física, en mis horarios, en mi forma de vincularme a los demás. Me cuido más, me quiero más. Me levanto más pronto, con más ganas. Me dedico tiempo a mí mismo, con más conciencia. Disfruto estando conmigo.
Estoy muy satisfecho del desapego emocional, de estar bien conmigo mismo, sin buscar estímulos externos que me “den” la felicidad.
Siempre me gustó de Vanessa su forma de aceptar, de naturalizar, de tomar todo lo que traía, lo que le iba diciendo, lo que quería trabajar. Siempre con mucha naturalidad y con pies en la tierra. Nada esotérico. Como si hubiera una espiritualidad, pero con los pies en la tierra.
¡¡¡G R A C I A S!!!”.