Empecé el proceso de Coaching porque me encontraba perdida después de una ruptura sentimental. Sentía que había perdido mi esencia, que ya no era Yo. Estaba triste… Había intentado salir adelante y me negaba a pedir ayuda, hasta que me di cuenta de que sola no podía.
Ahora, con el proceso ya terminado, me levanto con ganas de comerme el mundo. He remontado, soy mucho más fuerte, y sé dónde poner el foco de lo importante en mi vida personal.
Siento que vuelvo a ser Yo, la chica optimista, alegre, feliz… que se repone de los días malos (porque estos siguen existiendo), que ahora ya se atreve a levantar la mano cuando hace falta, o a dar un puñetazo en la mesa si hace falta también; y que además sabe bien cómo gestionar el daño que a veces nos pueden causar otras personas (intencionadamente o no).
El mayor cambio que he notado ha sido en la repercusión que tiene para mí, el ‘qué dirán’. No pesa tanto en mí lo que piensen otros, es más, no está por encima de lo que yo pienso. Me valoro muchísimo más a mí y a mis ideas.
¡Ahora puedo sacarme un café de máquina en vez un nesspreso aunque haya alguien delante! Y también estoy muy contenta de racionalizar ciertas emociones, desgranarlas y entenderlas para gestionarlas y poder actuar en consecuencia.
De Vanessa lo que más me ha gustado ha sido cómo se preparaba las sesiones, cómo tenía todo en mente incluso habiendo pasado meses de alguna frase o comentario que hice… Me llegó a conocer, y eso es muy bonito.
Darte las gracias; por confiar en mí, en que podía salir adelante y por guiarme. Que te mando un beso y un abrazo grande. Y que esto es un ¡hasta luego!