“Antes del Coaching estaba bastante perdida. No sólo no me sentía capaz de nada, sino que todo me angustiaba. Me angustiaba pensar en que pasasen los años y sentir que no era ‘dueña’ de nada, me angustiaba no saber cómo hacer las cosas y no hacerlas siempre de forma correcta. Me angustiaba yo misma.
Recuerdo que me sentía incapaz, impotente, perdida, apática y sin toda la pasión que alguna vez creí tener.
En cambio ahora me siento capaz de mucho más de lo que creí jamás. Confío más en mí, me quiero más y me permito más ‘margen’. Procuro hablarme mejor, pero buscando aquello que me invita a seguir hacia delante.
Me siento feliz, capaz, decidida (no sé muy bien a qué, pero ahí está), tranquila. Mi vida ha cambiado mucho. Creo que con mis relaciones no tengo ya tanta sensación de dependencia o, al menos, de esa que me hacía sentirme mal, inferior, sólo pendiente de cumplir con lo esperado.
Uno de los pasos más importantes ha sido el de legitimarme a mí misma en mis decisiones, entendiendo que no tienen que ser perfectas. Me siento orgullosa de darme margen y de intentar, verdaderamente, entenderme”.