“Antes de esto sentía una total y absoluta inseguridad en mi misma. Tenía dibujada una imagen exterior que proyectaba, pero no creía en mí. Era insegura, me valoraba poco, me criticaba, me autoexigía, no disfrutaba, no me paraba a valorar ni a pensar en mí. Pensaba en lo que querían o pensaban demás. Estaba insatisfecha, frustrada e infeliz.
A raíz del proceso de Coaching he aprendido a aceptarme, a ver que no todo puede ser perfecto, a ver qué no llego a todos los sitios, a reconocer que debo disfrutar de lo mío, a reducir mi influencia de lo que piensen los demás sobre mí, a rebajar muchas situaciones de ansiedad y de inseguridad. A reconocer que no quiero ser esa persona perfecta y a quererme un poco más.
Me siento más fuerte, he recuperado mucha de la confianza que había perdido, he empezado a ver que sola puedo disfrutar, y me siento más segura.
Soy más sincera conmigo y con los demás, más natural, más realista, más trasparente, más pausada.
Lo mejor ha sido entender que si yo no me quiero jamás seré feliz. También aceptarme con mis errores y mis virtudes, entender la importancia de aceptar lo bueno y lo malo, y dejar de machacarme por todo.
De Vanessa, mi coach, me ha gustado que ha sabido reconocer mis miedos, los ha trabajado, me ha implicado en ello, me los ha hecho ver, me ha hecho crecer y ha hecho que pueda trabajar todo esto con mis hijas, lo cual me va a permitir que intente evitar que tengan los mismos miedos que yo tuve”.